Primera parte - Atravesando mundos, ¡he llegado!
Capítulo 5 - ¡Un bruto me retó a duelo!

—¡Yuugo Clay! ¡Te reto a un duelo! ¿¡Lucharás conmigo!?

—¿Eh...?

Era la hora de comer de su segundo día en otro mundo, y mientras Yuugo se dirigía a la cafetería para reunirse con Phi, un chico extraño se plantó de repente delante de él y le habló de repente de un duelo. Eso hizo que Yuugo pusiera dos expresiones de confusión seguidas.

El pelo castaño del chico estaba peinado hacia un lado, y su aspecto expresaba que era un chico quisquilloso, pulcro y orgulloso. Sonrió atrevidamente mientras miraba a Yuugo, y una vez más lo retó en voz alta a un duelo.

—¡Yuugo Clay! Yo, Marcos Bolg, te reto a un duelo. Párate en el escenario de combate, ¡y púdrete ante mi espada!

—Ah... Lo siento. La verdad es que he perdido la memoria, así que... Voy a tener que decir que no a ese tipo de cosas hasta que las cosas se calmen. ¿Puedes volver a hablar conmigo mañana? Si hice algo para herirte antes, te pido disculpas. Así que, ¡por favor! Hoy déjame en paz.

Yuugo se sentía mal por Marcos, pero no tenía intención de hacer algo tan estúpido como aceptar un duelo en su segundo día después de reencarnarse en otro mundo.

Decidió jugar su carta más fuerte, "tengo pérdida de memoria", y escapar.

Le dio a su oponente su debido respeto disculpándose e inclinándose, y esperaba que eso fuera suficiente para Marcos, pero...

—¡Ah! Me enteré, de verdad perdiste la memoria... Pero no me importa. Vas a luchar conmigo, Yuugo Clay!

—¿Eh...? ¿Te he hecho algo realmente malo? ¿Algo tan malo como para que estés desesperado por luchar contra mí?

Preguntó Yuugo, un poco desconcertado por la actitud de Marcos, y por el hecho de que desafiar a alguien que sabía que tenía pérdida de memoria estuviera tan lejos de lo que podría considerarse justo. Pero Marcos respondió con la misma sonrisa atrevida.

—No, en realidad no has hecho nada. Es que nunca me caíste bien. Y ahora que te han desheredado, has perdido tu objeto mágico fuerte e incluso has perdido la memoria, ¡he pensado que era la oportunidad perfecta para hacerte papilla!

—Voy a hacer que te arrastres por el suelo y que no puedas levantarte nunca más. Jajajajaja!

—...Sé que no soy nadie para hablar, pero ¿te dice la gente a menudo que tienes una personalidad desagradable?.

En cierto modo, era valiente que alguien fuera tan franco sobre lo cobarde y despreciable que era, pero Yuugo quería seguir mostrando un espíritu caballeroso.

Yuugo se preguntó entonces cómo de malo era el viejo Yuugo, si le odiaban incluso más que a este tipo, pero sacudió la cabeza para ahuyentar esos pensamientos, y le habló a Marcos en voz alta.

—¡Perdón! No puedo aceptar tu reto. Lo siento, pero alguien me está esperando, ¡así que hagámoslo en otro momento!

Phi estaba esperando en la cafetería. Yuugo lamentaba haber ignorado a Marcos, pero su promesa a su hermano pequeño tenía prioridad.

Y así, Yuugo intentó marcharse, pero Marcos lo agarró del hombro y le habló con una sonrisa llena de malicia.

—No te preocupes, no hay por qué preocuparse. Es tu hermano el que te está esperando, ¿verdad? Entonces está bien.

—¿Ah...?

Las palabras de Marcos parecían insinuar algo, y Yuugo se puso en guardia.

Yuugo miró fijamente a Marcos, que sonrió, cuando de repente oyó pasos que se acercaban detrás de él. Cuando se dio la vuelta, vio a dos chicos que arrastraban a Phi con ellos.

—¡Señor Marcos, hemos traído al hermano pequeño de Yuugo como usted dijo!.

—Buen trabajo. Ahora las cosas irán mejor.

—...¿Qué es lo que estás tramando? ¿Por qué trajiste a Phi aquí?

Yuugo vio a los dos chicos sujetando los brazos de Phi y claramente arrastrándolo hasta allí a la fuerza, y cambió completamente de actitud, presionando ahora hacia Marcos y mirándolo con enemistad.

Marcos se rió, aparentemente contento de que Yuugo por fin tuviera ganas de enfrentarse a él, y le contó por qué había hecho traer a Phi hasta allí.

—¿No es obvio? ¡Que te ayude a convencerte...! ¿Qué otra cosa podía hacer, si no conseguía que aceptaras el duelo? Tendré que hacer que se enfrente a mí en vez de a ti.

—... Jódete.

—Hermano mayor, ¡no! ¡Estoy bien! Estos chicos no pueden hacer mucho, así que no tienes que hacer ninguna tontería como aceptar el... ¿¡Uuh!?

—¿¡Phi!? ¡Basta!

Phi gritó para convencer a su hermano, pues sabía muy bien que le estaban utilizando como rehén, pero sus palabras fueron cortadas por los subordinados de Marcos que le retorcían los brazos, y fueron sustituidas por gritos de angustia.

Yuugo gritó de rabia al ver como herían a su hermano pequeño, pero el chico que tenía delante parecía feliz, y le retó de nuevo casi como si lo estuviera cantando.

—¿Y? Si no te importa lo que le pase a tu lindo hermanito, puedes rechazar mi desafío. Pero si no quieres verle sufrir más... Párate en el escenario de lucha, Yuugo Clay.

—... Bien, lo conseguiste. Pero deja que Phi se vaya primero. Haz eso, y aceptaré tu duelo.

—¿Hermano mayor? ¡No!

Phi gritó afligido, mientras veía a su hermano seguirle la corriente a las provocaciones de Marcos con la condición de que lo soltaran.

Y tras escuchar a Yuugo comprometerse a batirse en duelo con él, Marcos dio nuevas órdenes a sus subordinados.

—Es suficiente, suelten al chico.

—¡Sí!

Marcos ya no tenía ningún uso para Phi, después de sacar las palabras que quería oír de la boca de Yuugo, así que simplemente lo dejó ir.

Phi corrió hacia su hermano mayor en cuanto lo soltó, y se disculpó con lágrimas en los ojos.

—Lo siento hermano mayor. Tuviste que aceptar ese duelo desfavorable porque esos tipos me atraparon...

—No te preocupes Phi. Tú no hiciste nada malo, fueron esos sinvergüenzas.

—¡Fufufu...! Qué hermanos tan adorables. Me sorprende ver que incluso alguien que es conocido como la más baja de las escorias pueda preocuparse por su familia.

—Yo también estoy sorprendido. No pensé que hubiera por aquí un tipo con tan poca moral humana.

Se miraron fijamente mientras se lanzaban provocaciones el uno al otro.

Yuugo estaba enfurecido, y Marcos estaba perfectamente calmado. Y mientras se enfrentaban estos dos opuestos, llegó el momento de decidir sus apuestas en este duelo.

—Si gano, te arrastrarás por el suelo y lamerás mis zapatos. Te humillaré tanto que nunca volverás a levantarte, Yuugo Clay.

—Bien. Y si gano, no podrás mostrar tu sucia jeta delante de nosotros nunca más.

Uno apostó su orgullo de humano y el otro la garantía de no volver a acercarse a ellos, y ambos aceptaron esas condiciones.

Tras comprobar que todo estaba listo, la sonrisa de Marcos se hizo más profunda, y se dirigió a Yuugo, que seguía con la mirada perdida.

—Vámonos. Te llevaré al escenario de lucha, donde serás humillado y golpeado. ¡Estoy deseando verte arrastrarte miserablemente por el suelo! Ja... Jajajaja...!

Got an error? Report now
Comments

Comments

Show Comments